Patricia cuenta cómo florecer es un despertar que empieza en una misma.
En lo alto de las montañas cafeteras, donde cada amanecer huele a trabajo y esperanza, Patricia, rodeada de sus compañeras productoras, nos recuerda que cultivar café también implica cultivar confianza en sí misma. Su historia muestra el impacto del proyecto Somos Cafetaleras, que impulsa el fortalecimiento de capacidades técnicas y nuevas oportunidades de negocios, que acompañen la calidad del café producido por mujeres.
Como líder de la marca Noctámbula y representante de 900 productores de plantas frutales de la ruta Loxicha-Costa de Oaxaca del programa de gobierno federal Sembrando Vida, Patricia desafía prácticas tradicionales en la cafeticultura. Junto con su madre creó Noctámbula, empresa familiar dedicada al café y a productos agroecológicos como cacao, pulpa de maracuyá y guanábana.
Desde su origen, Noctámbula ha sido impulsada por mujeres. Su madre lidera el control de calidad, su prima se encarga de la repostería y ella de la gestión general del proyecto.
“Es un trabajo emocional”, nos cuenta durante la sesión de barismo realizada el pasado mes de noviembre en Pluma Hidalgo, Oaxaca, “empezar a creer en una misma y romper los estereotipos que hay sobre la mujer”.
Las Mujeres toman la iniciativa en el campo
De ser un espacio exclusivo para los hombres, el campo también ha cambiado para ellas. Hoy las mujeres abren camino no solo en la producción o la recolección, sino en la toma de decisiones, la innovación y el liderazgo comunitario.

“Por eso mi bebida se llama Amanecer único, porque algo que en lo particular siento que me distingue es que soy única”. Patricia
A Patricia, el fortalecimiento de sus conocimientos en la separación de residuos, el cuidado del agua (mediante la generación de biofiltros) y la capacitación continua en la producción de composta orgánica, le han revelado la profunda incidencia de estas prácticas en la mejora sustancial de su producción de café.
El proyecto Somos Cafetaleras logra una conjunción perfecta entre los elementos técnicos y los principios de la economía social. Los talleres de sustentabilidad, por ejemplo, inciden directamente en la propuesta de valor del café: al consolidar un producto agroecológico y respetuoso del medio ambiente, Patricia puede acceder a un mejor mercado.
Este enfoque técnico-social coincide con el compromiso histórico de las mujeres de esta región por el cuidado de la tierra y el ambiente, convirtiendo la tradición en una ventaja competitiva sostenible.
Unir la cantidad con la calidad
Cada productora siembra en promedio 1.5 hectáreas, de las cuales se cosechan aproximadamente 300 kg de café (5 quintales). Como resultado de las capacitaciones de Somos Cafetaleras, se estima que la producción de café de especialidad aumente alrededor de un 20%.
Pero más importante aún, hoy su producto es de calidad, obtiene un precio más justo y se vuelve más resiliente frente a plagas y cambios climáticos. Además, han aprendido a organizarse con otras mujeres productoras: trabajar de manera coordinada, compartir aprendizajes y negociar en mejores condiciones.
El cambio viene de ellas
El café florece cuando una lo cuida y una mujer florece cuando cree en lo que es capaz de hacer
“Es un trabajo emocional de una persona, el empezar a creer… pero es un despertar único, de una misma, el tener que decir quiero ser diferente a los demás, sin importar lo que los demás puedan pensar” Patricia
Somos Cafetaleras más que impulsar a la productividad: está generando un cambio profundo en la autoestima, la confianza y el liderazgo de las mujeres en la cadena del café. En cada parcela mejorada y en cada taza de mayor calidad se refleja un proceso en el que ellas toman decisiones, innovan y se reconocen como protagonistas de su propio crecimiento.
Su historia confirma que, en las montañas donde nace el café, también están germinando nuevas formas de autonomía y bienestar comunitario. Porque florecer comienza por creer en una misma, y hoy Patricia cultiva ambas cosas: café y confianza.

